Cuando vengo a despedirme de ti, una sonrisa incrédula te salta en los ojos. Me he despedido tantas veces ya, que siempre crees que he de volver; y a decir verdad, yo lo creo como tú...
Porque los días de primavera vuelven y vuelven, y la Luna llena se despide y vuelve; y vuelven las flores a las ramas... Si yo te digo adiós, ¿Porqué no he de volver también?
Pero guarda un momento la ilusión, ¡no la espantes tan rudamente!. Cuando te digo que me voy para siempre, créeme; y que un velo de lágrimas haga más hondos tus ojos un instante, luego, cuando yo vuelva ¡ríete burlonamente de mi cuanto quieras!
viernes, 5 de septiembre de 2008
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