jueves, 18 de septiembre de 2008

El caso es que llevas dos días llorando, y que de vez en cuando ese nudo que te atenaza la garganta se hace tan agobiante que tienes que encerrarte en el cuarto de baño para que ella no te vea llorar. Si te pregunta que por qué te sientes triste podrías ofrecerle mil explicaciones, o ninguna. Te sientes triste porque ya no crees entenderla, ni crees que ella te entienda a ti. En realidad, para ser sincera, no crees que nadie pueda entenderte. Lo cierto es que ultimamente vuestras diferencias se hacen cada vez más dolorosas y evidentes. Es como si te hubieras empeñado durante seis largos años en construir un refugio privado que se ha desmoronado de repente, y al quedar al descubierto el andamiaje sobre el que habías construido toda esta relación ilusoria, te has dado cuenta de que estaba hecho de cañas frágiles; no de vigas de acero, como te habías creído. Crees que estás tan desesperadamente necesitada de afecto que te empeñas en mantener a tu amiga cueste lo que cueste, aunque la temes, y a veces la desprecias, y a veces también la odias, pero lo cierto, lo tristemente cierto, es que también la amas.


Porque lo que más duele no es dejar la vida, sino abandonar lo que le da sentido.


("Beatriz y los cuerpos celestes" Lucía Etxebarria)

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