Me asusta pensar que si no estuvieras de vez en cuando a mi lado nada tendría sentido.
Me asusta no saber que quiero.
Me asusta creer que esto vaya a acabar.
Me asusta asustarme, y me asusto....
m de Mierda... m de Miedo...
martes, 30 de septiembre de 2008
miércoles, 24 de septiembre de 2008
SUR
domingo, 21 de septiembre de 2008
Caos y Orden
Todo lo que había entre nosotros era sexo, entendí. Y sin embargo, yo sentía nuestro vínculo como algo sólido e intenso. ¿Por qué? Porque los momentos que estaba con él los vivía amplificados: Una vez, la real, la que sucedía en el tiempo y el espacio; y muchas, muchas veces más: cuando repetía aquellos momentos en mi cabeza y revivía las cosas que hacíamos, su piel, su cuerpo, su vello, su sexo, su voz. Le sentía muy cerca, porque él pasaba mucho, mucho tiempo a mi lado, incluso cuando él mismo no sabía que estaba conmigo.
Cielo y Tierra, Luz y Tinieblas, Vida y Muerte, Caos y Orden.
Cielo y Tierra, Luz y Tinieblas, Vida y Muerte, Caos y Orden.
jueves, 18 de septiembre de 2008
El caso es que llevas dos días llorando, y que de vez en cuando ese nudo que te atenaza la garganta se hace tan agobiante que tienes que encerrarte en el cuarto de baño para que ella no te vea llorar. Si te pregunta que por qué te sientes triste podrías ofrecerle mil explicaciones, o ninguna. Te sientes triste porque ya no crees entenderla, ni crees que ella te entienda a ti. En realidad, para ser sincera, no crees que nadie pueda entenderte. Lo cierto es que ultimamente vuestras diferencias se hacen cada vez más dolorosas y evidentes. Es como si te hubieras empeñado durante seis largos años en construir un refugio privado que se ha desmoronado de repente, y al quedar al descubierto el andamiaje sobre el que habías construido toda esta relación ilusoria, te has dado cuenta de que estaba hecho de cañas frágiles; no de vigas de acero, como te habías creído. Crees que estás tan desesperadamente necesitada de afecto que te empeñas en mantener a tu amiga cueste lo que cueste, aunque la temes, y a veces la desprecias, y a veces también la odias, pero lo cierto, lo tristemente cierto, es que también la amas.
Porque lo que más duele no es dejar la vida, sino abandonar lo que le da sentido.
Porque lo que más duele no es dejar la vida, sino abandonar lo que le da sentido.
("Beatriz y los cuerpos celestes" Lucía Etxebarria)
lunes, 15 de septiembre de 2008
lunes, 8 de septiembre de 2008
Se me va a hacer muy tarde
Hoy, al intentar explicar lo que me gusta(ba) de ti, no he sabido hacerlo. No sé si porque no existe nada, o porque yo no lo veo. Creo que te quise tanto que no me hacen falta motivos.
Si te vas, ¿Para qué regresaste?
Si te vas, ¿Para qué regresaste?
viernes, 5 de septiembre de 2008
Y volver a volver
Cuando vengo a despedirme de ti, una sonrisa incrédula te salta en los ojos. Me he despedido tantas veces ya, que siempre crees que he de volver; y a decir verdad, yo lo creo como tú...
Porque los días de primavera vuelven y vuelven, y la Luna llena se despide y vuelve; y vuelven las flores a las ramas... Si yo te digo adiós, ¿Porqué no he de volver también?
Pero guarda un momento la ilusión, ¡no la espantes tan rudamente!. Cuando te digo que me voy para siempre, créeme; y que un velo de lágrimas haga más hondos tus ojos un instante, luego, cuando yo vuelva ¡ríete burlonamente de mi cuanto quieras!
Porque los días de primavera vuelven y vuelven, y la Luna llena se despide y vuelve; y vuelven las flores a las ramas... Si yo te digo adiós, ¿Porqué no he de volver también?
Pero guarda un momento la ilusión, ¡no la espantes tan rudamente!. Cuando te digo que me voy para siempre, créeme; y que un velo de lágrimas haga más hondos tus ojos un instante, luego, cuando yo vuelva ¡ríete burlonamente de mi cuanto quieras!
Kaos
Desde que probé tus labios ya no sé besar otros. Ya no siento placer, ningún hombre es suficiente. Necesito que estés a mi lado y digas que esta vez quieres quedarte... Y aunque ahora todos te llamen delincuente, yo me muero por verte.
·KAOS y tu kaes.
jueves, 4 de septiembre de 2008
Late aunque lo ate
Intrigado con ese enigma, escarbó tan profundamente en los sentimientos de ella, que buscando el interés encontró el amor, porque tratando de que ella lo quisiera terminó por quererla. Ella, por su parte, lo iba queriendo más a medida que sentía aumentar su cariño, y fue así como en la plenitud del otoño volvió a creer en la superstición juvenil de que la pobreza era una sevidumbre del amor. Ambos evocaban entonces como un estorbo las parrandas desatinadas, la riqueza aparatosa y la fornicación sin frenos, y se lamentaban de cuánta vida les había costado encontrar el paraíso de la soledad compartida. Locamente enamorados al cabo de tantos años de complicidad estéril, gozaban con el milagro de quererse tanto en la mesa como en la cama, y llegaron a ser tan felices, que todavía cuando eran dos ancianos agotados seguían retozando como conejitos y peleándose como perros.
("Cien años de soledad" Gabriel García Márquez)
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