Me estremecí al darme cuenta de que ya no te veía con los mismos ojos. Que la mirada llena de ilusiones de entonces había perdido las esperanzas.
Me alegré al percatarme de que podía estar a tu lado sin estar pensando en el placer que producen tus manos. Que mi entrepierna había aprendido a estar sin tu calor.
Me entristecí al comprobar que tus labios ya jamás me sabran igual. Porque los míos ya saben sobrevivir solos.
Y a pesar de todos los placeres que tu cuerpo me ha producido, sé que así será mucho mucho mejor. Que ahora si todo va a ir bien. Porque ahora ya no hay nada que perder.
Lo que no pasó en dos años ha pasado en dos días, y estoy encantada de volver a estar en tu vida.
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