lunes, 16 de junio de 2008
Final-Principio
Cogí tu mano fuertemente, como si fuera a venir una marea de gente y me fuera a separar de ti para siempre. Apreté mis dedos con los tuyos, intentando decirte que no me soltaras nunca. Te miré a los ojos y pudiste comprobar que todo lo que mi cuerpo te decía era verdad. Que te quería. Que te había querido mucho. Tal vez más de lo que nadie te querrá jamás. Que habría dado cualquier cosa por ti, hubiera cambiado todo solo con que me lo hubieras pedido. Me acerqué más a ti y te besé suavemente en la mejilla. Sellamos nuestro final (o principio) con el beso más dulce que ha ocurrido en estos dos años de relación intermitente. Después reímos y bailamos hasta el amanecer, sabiendo que todo estaba bien así. Que de todo el amor derrochado quedaba un enorme cariño que no iba a separarnos jamás. Sabiamos que estabamos unidos para siempre. Estuvieramos donde estuvieramos volveriamos a encontrarnos y solo con mirarnos a los ojos podríamos averiguar cualquier pequeño detalle de nuestra nueva vida. Ya no podíamos separarnos, estabamos unidos por algo tan fuerte que ni siquiera nosotros teníamos la oportunidad de controlar.
miércoles, 11 de junio de 2008
Sin título
Ultimamente estoy un poco vaga. No hago nada. He dejado de estudiar, no he empezado a buscar trabajo. Todo me da pereza. Me cansa solo pensarlo. Incluso a veces ni me voy de fiesta por el simple hecho de salir. Ya no escribo, y no porque no tenga ideas, por que las ideas siempre andan correteando por mi cabeza, pero debe ser que me da pereza pensar palabras que unir para que salga algo coherente.
En fin... me voy con mi pereza a otra parte, que fijate si es grande y fuerte que ha conseguido hasta que deje de pensarte.
En fin... me voy con mi pereza a otra parte, que fijate si es grande y fuerte que ha conseguido hasta que deje de pensarte.
lunes, 2 de junio de 2008
Nada que perder
Me estremecí al darme cuenta de que ya no te veía con los mismos ojos. Que la mirada llena de ilusiones de entonces había perdido las esperanzas.
Me alegré al percatarme de que podía estar a tu lado sin estar pensando en el placer que producen tus manos. Que mi entrepierna había aprendido a estar sin tu calor.
Me entristecí al comprobar que tus labios ya jamás me sabran igual. Porque los míos ya saben sobrevivir solos.
Y a pesar de todos los placeres que tu cuerpo me ha producido, sé que así será mucho mucho mejor. Que ahora si todo va a ir bien. Porque ahora ya no hay nada que perder.
Lo que no pasó en dos años ha pasado en dos días, y estoy encantada de volver a estar en tu vida.
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